Las artes plásticas
La pintura
ESPAÑA
La implantación en España de la pintura renacentista se
demoró de manera considerable, no llegando hasta finales del S. XV, siendo en
el siguiente siglo, cuando de manera plena se asimilaría el nuevo lenguaje de
las formas de la referida pintura. La lentitud de este proceso fue debido
a la carencia de una formación
intelectual de los artistas españoles, que les impedía asumir el necesario
conocimiento de la nueva cultura humanística. Principalmente su difusión es
debida a la importación de pinturas y grabados de Italia, así como a la
presencia de artistas de éste país en España, y al viaje que sucesivamente
realizan artistas españoles al país transalpino.
La evolución de este acontecimiento pictórico en nuestro
país, puede condensarse en tres periodos, en el primero, correspondiente al
primer tercio del S. XVI, conviven dos influencias. Una es la flamenca del S.
XV, con su característico realismo, detallismo y atractivo colorido, no
ignorando su afección tanto por los paisajes como por los interiores. La otra,
que se acusa en este periodo, sería la italiana, también del S. XV
(Quattrocento), por medio de la que los pintores se interesan por el dibujo, la
figura humana (nunca por el desnudo), la proporción, la luz, la composición y la
profundidad, utilizando especialmente para esto último la perspectiva lineal.
Esta influencia hallaría su complemento mediante el estudio y apreciación del
sombreado en la obra de Leonardo Da Vinci, y el interés por las actitudes y
paisaje, que dimanan del trabajo del italiano.
En el siguiente periodo, centrado en el segundo tercio del
S. XVI, Rafael con las elegantes composiciones y dulces formas que imprime a su
obra, sustituye a la influencia que hasta entonces había procedido del gran
Leonardo, concluyendo también en este tiempo, la herencia flamenca. Así se
llega al Manierismo, estilo de confusas características, calificado de
anticlásico y minoritario, predominando en él, colores fríos, desproporción, un
movimiento exagerado, y en el que abundan las formas helicoidales y
excesivamente alargadas. Esta corriente comenzaría a predominar en los trabajos
de los artistas españoles, motivado por la casi total ausencia del influjo del
clasicismo y a la persistente tradición del lenguaje gótico.
Llegado el último tercio del S. XVI, y situándose ya en él
el tercer periodo, la corriente manierista logra encumbrarse y conseguir su
mayor apogeo. La influencia corresponde
entonces a la pintura veneciana, apareciendo sus ricos colores junto a todo lo
que caracteriza las obras de artistas tan grandiosos como Tiziano, Tintoretto yVeronés.
Retrato de un caballero anciano, considerado autorretrato (1595–1600), Museo Metropolitano de Arte, Nueva York, EE. UU. wikipedia |
En España la lista de artistas de este arte, a cuyas obras
la mayoría dotan de un extraordinario realismo, es inagotable. El Greco,
indiscutible genio de la pintura de todos los tiempos, cuyo arte superó incluso
al de Tintoreto, empleando un atrevido desdén hacia las formas y colores
naturales que a su vez hace extensible a sus dramáticas y agitadas visiones, es
el líder absoluto de la pintura del renacimiento y manierista. Aun así, después
de ser altamente valorada su obra en el S. XVI, posteriormente fue criticada y
en cierto modo postergada, pero recuperada su auténtica valía ya en el periodo
Romántico, llegó a considerársele protocubista e incluso protoexpresionista.
Domenikos Theotokopoulos, llamado en España Domenico Greco
o simplemente El Greco, nació en 1541, en Candía (Creta), cuando esta isla
pertenecía a la
República Veneciana. En su ciudad natal se formó dentro de la
manera posbizantina que allí existía, alcanzando el título de maestro en 1563.
Su peripecia formativa y artística en 1567 le llevó a Venecia, y poco tiempo
después a Roma, donde ingresó en la
Academia de San Lucas, paso este imprescindible para poder
abrir su propio taller y ejercer libremente como pintor. Su llegada a Toledo,
ciudad en la que llevó a cabo la mayor parte de su ingente obra, se detecta en
1577, al aparecer un documento que hace referencia a un pago a cuenta de su
conocida obra “El expolio”, que pintó con destino a la sacristía de la Catedral de Toledo, en la
que se halla.
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A El Greco, que consideró a la pintura como arte
superior, coincidiendo en esta apreciación con Leonardo Da Vinci, y
discrepando con Miguel Ángel, que tildaba de tal a la escultura, se le tiene por maestro que se adelantó a su
tiempo. En su obra primó, entre otros objetivos, representar a la naturaleza
perfeccionándola mediante el aristotelismo. Igualmente característica
especialmente acusada de su pintura, fue la representación estilizada de las
figuras apareciendo las mismas con contornos sinuosos y ondulantes, a la vez
que con una manifiesta inexpresividad
facial y poses un tanto violentas, a lo que hay que añadir algo verdaderamente
extraordinario, la propia luz que las mismas llevan dentro.
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A modo de breve ejemplo de su amplia y sensacional obra,
respecto a cuya catalogación existen importantes discrepancias, pueden
señalarse, aun con la dificultad que una acertada selección conlleva, óleos
como, “La apertura del quinto sello del Apocalipsis”, que en la
actualidad se halla en el Museo Metropolitano de Arte, de Nueva York; “El hermano
Hortensio Félix Paravicino”, que puede verse en el Museo de
Bellas Artes, de Boston; “El Entierro del conde de Orgaz”, “La
agonía en el huerto”, y “Cristo arrojando a los mercaderes del Templo”, hallándose
estos dos últimos en la National Gallery, de Londres, y el anterior,
calificado como la obra central de su carrera, en la iglesia de Santo
Tomé, de la ciudad de Toledo.
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MÁS INFO: EL GRECO 2014. IV Centenario del fallecimiento del Greco
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