El puzzle de la Historia. Del Renacimiento a la Ilustración. Aspectos, hechos y personajes del Renacimiento (VII). La Literatura (y III)

Aspectos, hechos y personajes del Renacimiento
La Literatura (III)

INGLATERRA

En Inglaterra, al igual que en Francia, la literatura está impregnada de italianismo, que utilizando los parámetros clásicos, se preocupan  de conseguir encontrar así un sentido universal al drama griego. La labor de diferentes autores propiciaría algo más tarde la aparición de significados dramaturgos. La prosa, en cambio, en Inglaterra, sin ignorar a Francis Bacon, al que con anterioridad ya nos hemos referido, alcanzaría un menor nivel.

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Ejemplo de lo anteriormente señalado puede ser, el poeta y dramaturgo, Christopher Marlowe, considerado como el primer gran autor de teatro inglés, y el más importante del periodo isabelino. Sus primeras obras fueron principalmente comedias, después cultivó el género de la tragedia de manera novedosa, llevando a escena personajes arquetipos de pasiones, que con posterioridad influirían en el teatro de William Shakespeare. Su obra maestra sería, “La trágica historia del doctor Fausto”, basada en la leyenda de Fausto, en la que un hombre vende su alma al diablo para conseguir poder y conocimiento, metáfora del hombre que elige lo material a lo espiritual, motivo por el que pierde su alma.

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Ben Jonson, igualmente en Inglaterra, alcanzó relevancia como poeta y dramaturgo. Su conocimiento de los clásicos, talento por la sátira y estilo brillante, lo convirtieron en una de las principales figuras de la literatura inglesa. Escribiendo mascaradas, cumpliendo con su papel de poeta laureado, para diversión de la corte del rey Jacobo I Estuardo, evidenció su erudición, talento y versatilidad, sacando a relucir su mejor poesía lírica. Su reputación como dramaturgo la alcanzó con cuatro comedias de interesante brillantez: “Volpone”, “Epiceno o la mujer silenciosa”, “El Alquimista”, y La Feria de San Bartolomé”.

El gran William Shakespeare, nacido en Stratford (Inglaterra), es uno de los grandes dramaturgos de todos los tiempos, sobresale entre los gigantes literarios. De él, William Wordsworth, destacado poeta romántico nacido en el S. XVIII, dijo, respecto a su obra: “Que logró alcanzar y capturar por medio de la pasión y del conocimiento el vasto imperio de la sociedad y de la historia, tal y como han sido diseminados a lo ancho de toda la Tierra y a lo largo del tiempo”.

En su vasta producción se pueden distinguir tres etapas. La primera, antes de 1600, en la que escribe los dramas históricos y la mayor parte de las comedias, como: “La comedia de las equivocaciones”, “La fierecilla domada”, y “Los dos hidalgos de Verona”. La siguiente, comprendida entre 1601 y 1609, que afligido por la pena que representa la pérdida de su hijo Hamnet, muerto a los doce años de edad, escribe las tragedias que marcan la plenitud de su genio. Estas son:   “Hamlet”, “Otelo”, “El rey Lear”, y “Macbeth”. Finalmente en la última, su labor literaria cambia el tono trágico por uno de serenidad y aceptación de la vida, algo que evidencia en sus obras: “Cimbelino”, “Cuento de invierno”, y La Tempestad.

Interior de la reconstrucción moderna del teatro The Globe
(el original fue destruido por un incendio en 1613).
A las obras anteriormente anotadas no se pueden dejar de añadir, “Romeo y Julieta”, al igual que: “Julio César”, “Antonio y Cleopatra”, “Sueño de una noche de verano”, “Ricardo III”, “Enrique V”, y “Coriolano”. Su obra poética consta de “Los Sonetos” y “Poemas narrativos”.

Una frase que puede representar el pensamiento y el espíritu de este extraordinario creador, es en la que nos dice: “No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran la grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande”. En su obra frecuentemente, como puede ser en “Hamlet”, refleja las dudas y vacilaciones de su época, en la que ya no se cree en verdades absolutas, profundizando en un sentido más amplio en el hombre de siempre, con sus miserias y grandezas y su angustia ante el misterio de la muerte.

PAÍSES BAJOS

En Centroeuropa, sin bien la corriente principal renacentista pasó de largo, el genio se manifestó, entre otros, en el ya anteriormente citado, Erasmo de Rotterdam. En su condición de más notable humanista europeo, fue el que mejor encarnó los valores renacentistas y mayor influencia ejerció con sus trabajos literarios. Convertido en un erudito de la cultura clásica, adoptó el nombre de Desiderius Erasmus, redactando sus obras en latín, lengua que utilizaba con una elegancia y precisión incomparables.  

Dibujo a la pluma de Hans Holbein el Joven
en el margen del ejemplar de Oswald Myconius
de la edición de 1515 del 
Elogio de la locura de Erasmo.
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Aunque se mantuvo por encima de las luchas entre católicos y protestantes, defendiendo su posición de fidelidad a la Iglesia, no cesó en sus afanes de renovación. En 1524 concluyendo su exposición, “Sobre el libre albedrío”, en la que definía su postura ortodoxa, fue acusado de “hereje”, precisamente por Lutero y sus seguidores.

Libros suyos como, “El Enquiridión”, (o Manual del Caballero Cristiano), “Coloquios”, y sobre todo, “Elogio de la locura”, al que ya nos hemos referido, tuvieron una enorme resonancia. Siendo autor de más de treinta títulos, él confesó, no haber quedado satisfecho de su tarea literaria. En su época y con su actitud, demostró ser el apóstol del sentido común y el de una práctica religiosa racional. En medio del fanatismo que asolaba a Europa, él mantuvo que la razón es la guía suprema en la vida, incluso de la política y la religión. Este principio del que se desprende un sentido de libertad, y que mantiene en sus textos, resulta ser el mayor atractivo de los mismos. 

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