Arte Barroco. Edificios religiosos barrocos. Convento de la Purísma.

Arte BARROCO  (S. XVII – S. XVIII)

EDIFICIOS RELIGIOSOS BARROCOS (1533-1765)

CONVENTO DE LA PURISIMA

La construcción de este convento se inicia el 17 de marzo de 1636 y se concluye en 1687. Fue fundado por el VI Conde de Monterrey, Don Manuel de Fonseca y Zúñiga, durante su mandato como virrey de Nápoles. Esta circunstancia influiría de manera notable en la tendencia de los cánones arquitectónicos italianos en la construcción de la iglesia, no así en la del convento, que se ajusta a la tendencia dominante española y por supuesto salmantina.



Esta edificación si bien se ha dicho, que la promovió el conde para que fuera refugio de su hija natural Doña Inés de Zúñiga, lo contradice el hecho de que ésta nació en Madrid en 1640, momento éste, en el que las obras del convento hacían ya tres años que habían comenzado.

El edificio que se halla a la vera del Palacio de Monterrey, construcción esta que data de 1539, ocupa el espacio en el que se encontraba el antiguo Convento de las Agustinas de San Roque, el cual fue arrasado como consecuencia de la famosa y catastrófica riada de San Policarpo ocurrida en 1626. A instancia del Conde de Monterrey, la congregación al ocupar el nuevo convento, adoptaría la denominación de Agustinas de la Purísima Concepción.

Los constructores del templo procedían de Italia, siendo Bartolomé Picchiatti quien realizó el proyecto de lo que sería un claro ejemplo espléndidamente logrado del barroco italiano, estando al frente de la construcción el arquitecto Zacarella.

La iglesia se compone de planta de cruz latina, con una sola nave y dos capillas a los lados de ésta. Cuenta con bóveda de medio cañón y sobre el crucero se encuentra la cúpula octogonal sobre maravillosas pechinas. La primera cúpula debido a un exceso de alarde se derrumbó en 1657, antes de concluirse las obras, motivo por el cual después de emitido el oportuna dictamen por el arquitecto agustino, Fray Lorenzo de SanNicolás, se nombró responsable de la obra a Antonio de Carassa, quien también había participado en la elaboración del referido dictamen. 

De este templo se hace necesario destacar la portada, en la misma de características y estilo viñolesco, realizada por Cósimo Fanzago, con gran acierto se combinan mármoles italianos con sillares areniscos, hallándose coronada por un frontón triangular. El pórtico está compuesto por arcos de medio punto sobre pilastras estriadas de orden compuesto.

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En el interior destaca sobre todo, los cinco retablos realizados también en mármol italiano, que albergan hermosos lienzos entre los que sobresale el de la capilla mayor con la Purísima de Monterrey, considerada como la mejor pintura mariana de su siglo, para cuya realización fue contratado Ribera en el año 1633. La pintura  de San Juan Bautista es de Guido Reni, la de San Agustín con El Niño en la playa, de Baglioni, y la de San José y San Joaquín, así como la de Santa Ana, pertenecen a Lafranco.


Igualmente hay que apreciar en el interior, las esculturas que también de mármol se hallan en el ático, y el monumental sagrario de lapislázuli y bronces dorados, trabajos que como muchos otros que se encuentran en este espacio, son obra del arquitecto autor de la portada viñolesca, Cósimo Fanzago. Este completaría los mismos con la realización del soberbio púlpito, en el cual tanto de manera acertada como esmerada, combina mármol de diferentes colores.
Resultan también interesantes los sepulcros que se hallan en el interior de la iglesia, pertenecientes a los condes fundadores, Don Manuel de Fonseca y Zúñiga y su mujer, Doña Leonor de Guzmán, hermana del Conde Duque de Olivares. Las esculturas de estos monumentos funerarios han sido definitivamente atribuidas a Guillermo Finelli, artista protegido por el conde durante la estancia de éste en Nápoles.

El convento está lleno de magníficas obras italianas, como puede ser un extraordinario y bello Nacimiento, enviado desde Nápoles. En este conjunto de edificación italiana, hay que señalar que también en determinados periodos intervinieron artistas españoles, principalmente a propuesta de los VII Condes de Monterrey. Así fue como pudieron hacerlo  Juan Gómez de Mora, en este caso, por expreso mandato de los VI Condes. Después lo harían Francisco de la Hoya, Jerónimo Pérez, Juan de Esculte, Juan de Setién, Güemes, Juan de Mondravilla, Manuel del Pino, y Joaquín de Churriguera.


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