Aspectos, hechos y personajes del Renacimiento (IX). Las artes plasticas: Arquitectura (I)

Aspectos, hechos y personajes del Renacimiento
Las artes plásticas

La arquitectura

Dentro de las artes fue en la arquitectura donde fue más notable el resurgir de lo antiguo, al lograr actualizar los viejos y antiguos estilos, concibiéndose las obras, desde su proyecto, bajo un aspecto absolutamente antropométrico, al tener siempre presente las medidas del ser humano. Esto condujo a que se tendiera, a partir de entonces, a calificar al imperante estilo gótico, de indisciplinado y carente de armonía. En las nuevas construcciones se inició la sustitución de la verticalidad del referido estilo por la horizontalidad, eliminando la decoración, y prefiriendo la pilastra a la columna, persiguiendo a la vez, dar a las edificaciones una apariencia más ligera.

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Emulando la actitud de los filósofos y pensadores, los arquitectos, al igual que el resto de los artistas, ambicionaban alcanzar objetivos innovadores que se plasmaran en la simetría, la perfección y la armonía en sus obras. Con este fin, recurrieron al estudio de las proporciones que el famoso arquitecto de la antigua Roma, Marcus Vitruvius Pollio, hizo, en el S. I. A.C. Precisamente en este trabajo, se inspiró, Leonardo da Vinci, para realizar, a finales del S. XV, a lápiz y tinta, uno de sus estudios del cuerpo humano, trabajo extraordinariamente famoso que sería conocido como El hombre de Vitruvio. En el refleja su peculiar visión del hombre como centro del Universo, tomándose como modelo a sí mismo, estudia las proporciones humanas, lo que le condujo a la conclusión de lo que sería definido como la divina proporción, considerado uno de los grandes logros en todas las artes, del Renacimiento.

En el estudio reseñado anteriormente, el cuadrado, usado en toda la arquitectura clásica, simboliza la Tierra, y el círculo, el Cielo, y lo que comenzó a denominarse la divina proporción, se asimiló a la interpretación teórica que se derivaba de lo que era conocido como numero áureo. Este, resulta ser un número algebraico inconmensurable, que posee muchas propiedades interesantes, descubierto en la antigüedad no como unidad sino como relación o proporción. Su hallazgo se  atribuye a Pitágoras, que pensó que había hallado una expresión matemática del “principio de analogía”.

Olvidado desde que el matemático griego, Euclides, lo incluyó, 300-265 a.d.C, en sus famosos “Estudios formales de los elementos”, definiéndolo con la siguiente frase: “se dice que una línea recta está dividida en el extremo y su proporcional cuando la línea entera es al segmento mayor como el mayor es al menor”, no volvió a despertar interés, tan mágico número, hasta el Renacimiento.

Luca Pacioli demostrando uno
de los teoremas de
 
Euclides (Jacopo de'Barbari, 1495).
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El matemático, Fray Luca Paciolli, (1445-1510), fue el que le dio el nombre de la divina proporción, y el astrónomo y matemático, Johannes Kepler, (1571-1630), lo consideró como uno de los tesoros de la Geometría, estableciendo la relación anteriormente consignada para rectángulos y triángulos. Remitiéndose al matemático de comienzos del S. XIII, Leonardo da Pisa, conocido después como Fibonacci, encuentra en las propiedades matemáticas halladas en distintos números, por el citado matemático, conocidos por ello, como números de Fibonacci, entre otras la siguiente peculiaridad: Si vamos dividiendo entre ellos –los número de Fibonacci-, consecutivos cada vez mayores, su cociente se acerca al valor 1.618033. . . Siendo esta constante la que se denomina número de oro, número áureo o divina proporción, a la que históricamente se le han atribuido propiedades estéticas.

Finalmente, Da Vinci, como ya se ha señalado, representó gráficamente el número áureo demostrando las proporciones del cuerpo humano, siendo después a lo largo de los años, aplicado el referido número a la Arquitectura, las Bellas Artes, la Naturaleza, y hasta a la vida cotidiana.



Similar importancia al hallazgo anteriormente señalado, y de una inconmensurable repercusión en las diferentes artes, fue el descubrimiento y consiguiente interpretación de la perspectiva. La misma, resultó ser el fantástico sistema que permitía representar sobre una superficie plana de dos dimensiones, el efecto volumétrico de los objetos, en un ambiente de fingida profundidad, distinguiéndose la perspectiva lineal y área. La primera es aquella que atiende, para su formación, a las líneas que convergen en un punto de fuga, y la segunda, es la que tiene por objetivo perfeccionar la perspectiva lineal, representando la atmósfera que envuelve a los objetos, esfumando las líneas convergentes, eliminando los límites de forma y color, dando una impresión muy real de la distancia. Claro ejemplo de ello, puede contrastarse al contemplar obras como “La última cena”, de Leonardo da Vinci, o “Las Meninas”, de Velázquez. 


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