Salamanca y el Renacimiento (VII)

SALAMANCA Y EL RENACIMIENTO



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Melchor Cano, hijo de un eminente jurista, nació en Tarancón (Cuenca), en 1509. Siendo alumno de Francisco de Vitoria, estudió teología en la Universidad de Salamanca, profesando como fraile dominico en 1524, en el Convento de San Esteban, de la ciudad salmantina. En 1531, se trasladó a Valladolid, donde estudió en el Colegio de San Gregorio. Después de impartir, durante unos años, la enseñanza de Teología en el mencionado colegio, así como en la Universidad de Alcalá, regresó a Salamanca en 1546.

En la universidad de la ciudad del Tormes, como consecuencia de la muerte del que había sido su maestro, Francisco de Vitoria, pasaría de inmediato a ocupar la cátedra de Teología, lo que hizo hasta el año 1552. En 1551, adquirió gran renombre con motivo de su relevante intervención en el Concilio de Trento, donde realizaría grandes exposiciones respecto, la Eucaristía, la Penitencia, la Misa, y el sacramento del Orden.

Al regreso del Concilio, renunció al episcopado de Canarias, por preferir el ejercicio de su labor pedagógica, y poder también, atender a su función de consultor de las autoridades españolas. No pudiendo recuperar su cátedra en la universidad salmantina, de nuevo se incorporó al Colegio de San Gregorio, de Valladolid, para llevar a cabo la labor docente.


De los notables y diversos tratados que escribió, destaca sobre todos ellos, De locis Theologicis, que ha ejercido gran influencia en el desarrollo posterior de la Teología. En él, sistematizó la metodología teológica en torno a diez lugares desde los que ella se realizaría, señalando entre ellos, dos propios y fundamentales, La Sagrada Escritura y Las Tradiciones Apostólicas”.


Medallón con un relieve representando a
Ciruelo en la 
Antigua Facultad de Medicina de Zaragoza.
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Pedro Sánchez Ciruelo, matemático, astrónomo, astrólogo, filósofo y teólogo, nació en 1470, en Daroca (Zaragoza), donde realizó estudios de gramática y retórica. Después, cumplidos los doce años, se trasladó a Salamanca, en cuya universidad se licenció en Artes, creyéndose que alcanzó el grado de maestro. De ésta ciudad pasó, en 1492, a París, donde alternando la enseñanza de matemáticas estudió Teología.

En la capital francesa impartió clases en la Sorbona, publicando allí en 1495, “Tractatus airthmeticae practique”, una obra  excelente, en la que haciendo referencia a la aritmética práctica, estudia los enteros, las fracciones físicas, y las fracciones sexagesimales, con el objeto de que puedan ser aplicadas en la Astronomía.
Pedro Ciruelo, Cursus quattuor mathematicarum artium liberalium..., Alcalá, A. G. de Brocar, 1516. wikipedia

De regreso a España en 1502, fue profesor de filosofía en el Colegio de San Antonio de Portaceli, de Sigüenza, incorporándose probablemente más tarde a la Universidad de Zaragoza. Elegido por el Cardenal Cisneros, en 1509, comenzó sus enseñanzas de Teología, en la Universidad de Alcalá de Henares, donde permanecería a lo largo de dos décadas.

Ciruelo escribió también, además de hacerlo sobre Matemáticas, como antes se ha consignado, de Geografía, Filosofía, Religión, e incluso de Música. Fue perceptor de Felipe II, y en 1527, asistió a las juntas teológicas reunidas en Valladolid, en las que se discutía la ortodoxia de Erasmo de Rotterdam, en las que él se manifestó en contra, defendiendo la ortodoxia católica frente a las corrientes erasmistas. Con el cargo de magistral de la catedral, permaneció en Segovia de 1533 a 1537, pasando posteriormente la última etapa de su vida, ocupando cargos eclesiásticos, en Salamanca, ciudad en la que murió en 1548.


Finalmente es interesante reseñar, que debido a su gran erudición en tan diversas y complejas ramas y materias, originó el muy conocido dicho popular de: saber más que el maestro Ciruelo”.


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