SALAMANCA Y EL RENACIMIENTO
Escultura del Brocense realizada por Ricardo García Lozano. |
Francisco Sánchez Brozas, El Brocense,
nacido en la población cacereña de Brozas, en 1523, fue un famoso humanista y
gramático, que después de aprender las disciplinas de humanidades y latín en
Évora y Lisboa, ciudad ésta en la que prestó servicio en la Corte del reino portugués
hasta 1545, prosiguió sus estudios de Arte y Teología en Salamanca.
Después de intentarlo por primera vez en 1554,
en 1573 obtiene la cátedra de Retórica en el estudio salmantino, y en 1576 se
ocupa asimismo de las enseñanzas de griego, no consiguiendo sin embargo, a
pesar de intentarlo en dos ocasiones, la cátedra de Gramática. La importancia
de sus ideas respecto a la reforma de los estudios clásicos, análoga a las
expuestas por Nebrija en el S. XV y a comienzos del S. XVI, El Brocense, la
obtuvo a mediados de este último, evidenciándolo con sus obras “Arte para
saber latín” (1595), “Grammaticae graecae compendium” (1581), y
sobre todo, “Verae brevesque latinae
institutiones” (1587), trabajo éste en el que corrige el método propugnado
por Nebrija. No obstante, será recordado principalmente por su obra Minerva
sive de causis linguae latinae” (1587), una gramática del latín que en sus
cuatro libros o secciones, supone un intento señero por someter el estudio de
la lengua a la razón, intentando llevar así hasta sus últimas consecuencias la
lógica del estudio gramatical.
Por diferentes causas, siendo una de ellas haber
criticado la forma literaria de los evangelios, originó el que fuera en más de
una ocasión procesado por la Inquisición. Partidario de Erasmo de Rotterdam,
en sus diferentes obras científicas se aprecia su inclinación por las teorías y
enseñanzas enciclopédicas propias del Humanismo. Una labor que no debe omitirse
de Sánchez Brozas, fue la de editor de obras de distintos autores como, “La
bucólicas”, de Virgilio; “Las sátiras”, de Persio; “Arte
poética”, de Horacio; y algunas obras de Ovidio. También escribió e
imprimió Comentarios a las obras de Juan de Mena y Garcilaso de la Vega.
La Piedad, técnica mixta sobre tabla, 118 x 111 cm, Madrid, Museo del Prado. Se trata de una de las tres únicas obras firmadas por el pintor que se han conservado, punto de partida para la fijación de su estilo. |
Fernando Gallego, pintor, nació en
Salamanca en torno a 1440, siendo probablemente el representante más brillante
de la pintura hispano-flamenca que tanta fuerza alcanzó en toda Castilla, donde
trabajo de manera incesante. Sus primeras obras son exponentes de su manifiesto
entusiasmo por la citada pintura, pudiendo citarse tablas como “La misa de
san Gregorio” y “La
Piedad ”, pertenecientes a colecciones privadas de
Barcelona y Madrid respectivamente. A ambas las caracteriza una geometría muy
dura y una composición sencilla pero ya desde aquellos primeros momentos
exhibiendo un estilo hecho.
Pero si por algo realmente excepcional hay que
destacar a este artista nacido en Salamanca, es por la ejecución, en su etapa
de plenitud, de esa obra ejemplo del humanismo incipiente, como es la decoración
que realizó de la bóveda de la biblioteca de la Universidad
salmantina. Empleando una técnica mixta (óleo y temple), llevó a cabo la
representación del tema astrológico “El cielo de Salamanca”, a cuyo
programa iconográfico contribuyeron diversas autoridades académicas de la
época, destacando los importantes conocimientos de astrología del también salmantino Abraham Zacut.
Otros ojos para ver el Prado: La Piedad, de Fernando Gallego.
Pilar Silva, jefe del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte y Pintura Española del Museo Nacional del Prado y Pepe Esteve, Catedrático de Derecho, comentan el tema "Derecho: Atribuciones" en relación con La Piedad, de Fernando Gallego.
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