SALAMANCA Y EL RENACIMIENTO
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Pedro Mexía, escritor, humanista e
historiador, nació en Sevilla en 1499, está considerado como un personaje
curioso de amplia cultura enciclopédica. En Salamanca, aparte de hacerlo
también en su ciudad natal, estudió humanidades y leyes. Mantuvo
correspondencia epistolar con Erasmo de Rotterdam, Luis Vives y Juan Ginés de
Sepúlveda, y al morir Fray Antonio de Guevara, fue nombrado en 1548 cronista
oficial del emperador Carlos V.
Su libro más famoso es la “Silva de varia lección”, de gran éxito editorial en toda Europa, el cual se trata de una
especie de recopilación de anécdotas históricas, milagros, relatos más o menos
fantásticos y observaciones directas de lugares, siendo considerado como el
repertorio del saber humanístico más ameno de la época. La importancia de esta
obra miscelánea lo evidencia el que de ella puedan hallarse huellas en las de,
entre otros, Mateo Alemán, Miguel de Cervantes, Shakespeare y Montaigne.
Fernan PEREZ DE OLIVA, miembro
de una noble familia andaluza, nació en Córdoba, en torno al año 1494, siendo
ingeniero y escritor, fue asimismo un destacado y moderno humanista que valoró
muy positivamente la ciencia y la tecnología. Sus estudios los realizó en la Universidad de
Salamanca y en la de Alcalá, tres años en la primera y uno en la segunda. A
pesar de morir muy joven, pues lo hizo
cuando aun no alcanzaba los cuarenta años, ocupó en la Universidad charra las
cátedras de Filosofía y Teología, siendo designado rector de la misma en 1529.
Escribió comedias inspiradas en el teatro
clásico, que en realidad fueron traducciones
que llevó a cabo en una prosa excelente. Autor de admirables diálogos,
el más famoso fue el que se publicó en 1585, “Diálogo de la dignidad delhombre”, en el que afirma, como ya había hecho Pico della Mirandola, que el
hombre es un proyecto de hacerse a sí mismo, no una naturaleza prefijada y que “el
libre albedrío es aquel por cuyo poderío es el género humano señor de sí mismo
y cada hombre tal cual él quisiere hacerse”.
Como gran humanista y conocedor de la filosofía
de Aristóteles, fue el autor, que mediante una compleja secuencia de enigmas,
compuso lo que se conoce como los siete emblemas de la Universidad de
Salamanca. Se tratan de siete jeroglíficos renacentistas que se encuentran en
el antepecho del claustro del edificio universitario. Estas representaciones
son una alegoría a la prudencia; al amor que debe gobernar al mundo; a la rapidez
con que pasa el tiempo; a incitar al hombre a que haga sacrificios a Dios
mediante el trabajo de la
Naturaleza ; a la justicia recta despojada y desnuda de
amistad y de odio; al lema del emperador Augusto que decía apresúrate despacio;
y a no ignorar que el tiempo voluble transcurre ocultamente y pasa inadvertido.
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