Arte Románico. Construcciones religiosas. Catedral Vieja (II)

ARTE ROMÁNICO
EDIFICIOS RELIGIOSOS ROMANICOS (1103-1178)
CATEDRAL VIEJA  (1135-1226) (ii)

La catedral tiene tres torres, la Torre Mocha, la Torre de las Campanas, la cual fue modificada en el S. XVI, compartiéndola desde entonces con la Catedral Nueva, y la característica Torre del Gallo, anteriormente ya comentada, restaurada en el primer cuarto del S. XX.  La cúpula de ésta por el exterior, está recorrida por escamas contrapeadas, y por crestas de hojas con botones en las aristas, encontrándose el cimborrio de la misma coronado por un gallo hecho de chapa de hierro, que simboliza la vigilancia del alma y el anuncio de la aurora o venida de Cristo al final de los tiempos. También en el exterior de esta torre y en los ángulos del tambor, se alzan torrecillas cilíndricas, caladas y con doble cuerpo, en las que para incrementar sus valores claroscuristas, se han realizado en la parte superior diminutos nichos con pequeños arcos de herradura.
En lo que concierne a la Torre Mocha es imprescindible señalar, que debido a los trabajos de restauración llevados a cabo en ella hace escaso tiempo, y que realizó un equipo dirigido por el arquitecto Valentín Berriochoa, permiten actualmente, disfrutar de la contemplación de diferentes elementos arquitectónicos y espacios que integraban la citada torre, los cuales hasta ahora habían permanecido ocultos. Esta actuación se ha conocido a raíz de la Exposición “Ieronimus". 900 años de Arte y de Historia. 1102-2002”.
La Torre Mocha la componen diversas dependencias, obteniéndose su comunicación entre ellas a través de complejos vericuetos que vienen a avalar su carácter defensivo. Se puede considerar a la Estancia del Alcaide como la principal, a la cual de manera reiterada se hace referencia en diferentes relatos históricos que tuvieron lugar en Salamanca. Desde una ventana geminada allí existente se ofrece una extraordinaria vista del templo.
Otros espacios de la mencionada torre son la Sala de la Mazmorra y la Estancia del Carcelero, complementados por la escalera que de tramos rectos rodea la torre, y la terraza alta, ésta última al hallarse a la altura de la nave lateral de la derecha, permite contemplar el magnífico aspecto de la Torre del Gallo.
Por último, la Torre de las Campanas si bien fue modificada, su traza la respetaron los maestros que en el S. XVI intervinieron en el proyecto y ejecución de la Catedral Nueva, convirtiéndola en un elemento arquitectónico común válido para las dos catedrales. Dependencias destacadas son la capilla de San Martín o del Aceite, que se encuentra en el cuerpo inferior, así como la Sala de la Bóveda, ubicada al nivel de la cubierta de la nave central, espacio que sería cerrado con bóveda de cañón apuntado, y por último la  que se conoce como Sala del Reloj, que se alza sobre la anterior y que en el S. X V fue objeto de una transformación.
Como consecuencia de que en ésta catedral rebasada la mitad del S. XII, se llevaron a cabo variados trabajos diferentes talleres de escultura, en ella aparecen abundantes obras de gran interés tanto en capiteles y repisas como en nervios y claves de bóvedas. Todas ellas presentan un repertorio iconográfico diverso con temas bíblicos e igualmente relacionados con la vida cotidiana. De la misma manera se encuentran figuras humanas entre vegetales, los habituales animales, predominando en muchos casos como único elemento decorativo los motivos vegetales.
Entres los abundantes sepulcros que de interesantes personajes hay en el templo, que sin duda requerirían un estudio y resumen específico, destaca el que se halla a la derecha del presbiterio. Este corresponde a Don  Fernando Alfonso, hijo natural del rey Alfonso IX, y de la salmantina Doña Maura, quien no habiendo alcanzado los 20 años de edad era ya canónigo de la catedral, culminando su carrera eclesiástica como deán de Santiago de Compostela, siendo a su vez un personaje de excepcional importancia en el nacimiento de la universidad salmantina.
En el mismo espacio pero a la izquierda, en urnas superpuestas descansan los restos de los dos obispos más famosos de la historia de Salamanca, Don  Sancho de Castilla, nieto del rey Don  Pedro, y de Gonzalo Vivero, descendiente de una noble familia gallega. El primero destacó por ser el que hizo el encargo a Nicolás Florentino del retablo mayor de la catedral, y fundador de los conventos de Santa María de Gracia, en San Martín del Castañar, y el de Santa Isabel, en Salamanca. Gonzalo Vivero fue deán de la catedral de Lugo y una destacada personalidad en el mundo de las letras, manteniendo una excelente relación con los reyes así como con la universidad. Debido a su relación con los reyes logró que Enrique IV, otorgara el 27 de Agosto de 1467, el privilegio de la celebración de las Ferias de Septiembre.
 El claustro situado al flanco sur de la iglesia, está delimitado por cuatro galerías, pero tal y como en la actualidad se contempla se halla muy desvirtuado por la sucesiva incorporación de nuevas capillas, así como por la modificación obligada por los daños ocasionados en todo el conjunto por el terremoto de Lisboa del año 1755. A este espacio se accede desde el crucero del templo, mediante una puerta de excelente traza.
Cuenta la puerta, con arco de medio punto que se alza sobre columnas con fustes ornados con molduras zigzagueantes. En los capiteles se representan personajes desnudos, correspondientes al gusto clásico, y basiliscos entre roleos que surgen de una máscara, en la columna derecha. En la izquierda, aparecen figuras similares junto a arpías y leones, hallándose ya acomodados en los cimacios estilizados roleos.
En este mismo trabajo arquitectónico cabe destacar la especialmente delicada talla de los nueve canecillos sobre los que encuentra su apoyo el tejaroz, distinguiéndose en la labra de ellos, hojas de acanto, aves afrontadas picoteando un racimo, una máscara vomitando tallos, dragones afrontados y una cabeza masculina. Igualmente son admirables las esculturas que se ven en las enjutas caladas y dispuestas al lado de los salmeres del arco. En el lado izquierdo puede verse una misteriosa máscara demoníaca, junto a zarcillos, apareciendo el derecho, invadido por basiliscos y monstruos alados.
Es conveniente señalar que en este claustro merecen la contemplación distintos capiteles de estilo románico, como los que se pueden hallar en varios arcosolios, así como en las portadas de las capillas de Santa Bárbara y de San Bartolomé,  al igual que en la Sala Capitular.

Capilla de San Bartolomé o
de Anaya.
FUENTE: Web de la Catedral

Si bien todas las capillas del claustro son interesantes tanto por su arquitectura como por su diverso contenido, no puede dejar de señalarse la de “Anaya”. En esta se encuentra el sepulcro de Don  Gutierre y de Doña Constança, el cual representa uno de los ejemplos más bellos del renacimiento español.


Capilla de Santa Bárbara.
FUENTE:Web de la Catedral
 
Igualmente es llamativa la capilla de “Santa Bárbara”, en la que se halla el sepulcro del Obispo Lucero, y en la que se realizaban los exámenes de grado de la universidad  lo mismo que la  elección y nombramiento del rector.
La capilla más antigua y que es la única que pertenece a la época románica, es la de “Talavera”, que a lo largo de la Edad Media, fue utilizada como Sala Capitular. Acondicionada después de 1510 como capilla funeraria, se encuentra en ella el sepulcro de Don  Rodrigo Maldonado, y de su mujer. Este que había adquirido la capilla en 1488, fue catedrático de la Universidad, miembro del Consejo de los Reyes Católicos y propietario de la Casa de las Conchas.

Capilla de San Salvador o de Talavera.
FUENTE: Web de la Catedral.

Con influencias musulmanas en su construcción, esta capilla se erigió en los primeros años del S. X III, conservando la puerta original románica, la cual cuenta con espléndidos capiteles. Es de planta cuadrada, siendo la cubierta de bóveda de crucería, octogonal, dispuesta sobre trompas reforzadas con nervios, lo que ha motivado que sea considerada una de las mejores muestras del tardorrománico existentes en Salamanca.
El tambor de ésta capilla se encuentra compuesto por ventanas abocinadas, alzándose entre ellas dieciséis columnillas que soportan ménsulas, hallándose éstas últimas, unas adornadas con esculturas de bustos femeninos, tocados con cofias que a su vez portan diferentes objetos, y otras con bustos masculinos que sujetan un libro y una cartela.
En  las columnillas referidas anteriormente, tienen el origen los ocho arcos cruzados de resalto, ornados en este caso con variados motivos florales y geométricos, los cuales al converger constituyen en el centro un lazo de ocho. Es precisamente el esquema de ésta bóveda el que induce a recordar los modelos califales y la comentada posible influencia musulmana.
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