Aspectos, hechos y personajes del Renacimiento (XXXIV). La Música (IV)

Aspectos, hechos y personajes del Renacimiento

La Música

ÁREA FLAMENCA

Gilles Binchois (1400-1460), nacido en Mons (Bélgica), además de soldado y sacerdote, fue un compositor franco-flamenco, y uno de los primeros miembros de la escuela borgoñona a la vez que uno de los tres compositores más famosos del S. XV. Aunque con frecuencia se le sitúa en importancia por detrás de sus contemporáneos Dufay y Dunstable, las investigaciones y estudios más recientes señalan que su influencia fue sin duda mayor que la de cualquiera de los otros dos, ya que sus obras fueron plagiadas, y a menudo reutilizadas como material original para crear otras obras, con más frecuencia que las de cualquier otro compositor de la época.
Binchois (a la derecha), con Guillaume Dufay.
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Binchois  es considerado, a menudo, como el mejor melodista del S. XV, que consigue escribir cuidadosamente en forma de líneas que son fáciles de cantar, logrando que sean absolutamente memorables. La mayor parte de su música, incluso la sacra, es sencilla y clara en su estructura, a veces hasta ascética y espartana. Las canciones seculares que compone, en su mayoría, son rondós, que fue la forma de canción más común en ese siglo, pero sin embargo rara vez escribió en forma de estrofas, sino que hizo de forma independiente la melodía y la rima de los versos.


Retrato de un hombre joven
(a veces identificado como Dufay),
de 
Jan van Eyck.Galería Nacional de Londres.
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Guillaume Dufay (1400-1474), compositor de origen flamenco, contando nueve años de edad fue miembro del coro de la catedral de Cambrai, y entre los años 1420-1426, estuvo al servicio de la familia Malatesta, de Rímini. Ordenado sacerdote, ingreso en 1428 en la capilla papal, sirviendo también en varias ocasiones en la corte de Savoy. Está considerado como el compositor más famoso de su época, componiendo todo tipo de música sacra y algo de polifonía secular.
Este compositor fue convocado en ocasiones de gran pompa como pudo ser la consagración por el papa de la catedral de Florencia en 1436, para la que escribió un motete, Nuper rosarum flores (Recientemente coronas de rosas). Este motete posee una subestructura medieval que sostiene un par superior de líneas que se mueven con limpidez y fluidez absolutamente renacentistas. El aprecio del que este músico disfrutó es claro, pues su música era estimada por los patronos más principales, incluyendo –además del papa y los duques borgoñones y saboyanos- Lorenzo de Médici “el Magnífico”, que cuando contaba dieciocho años mandó enviar un poema al compositor para que le pusiera música.

Jean de Ockeghem (1410-1497), fue el principal compositor de la segunda generación de la escuela franco-flamenca y uno de los más influyentes y respetados músicos de su época. A su muerte, poetas como Cretin, Molinet y Erasmo escribieron odas de lamento. Las primeras noticias que se tienen de él es su pertenencia en 1443 a los cantores de la catedral de Amberes, trasladándose más tarde a Francia, residiendo en Moulins con el Duque Carlos de Borbón. A partir de 1452 vive en la corte, en ella, sucesivamente, sirve a Carlos VII, Luis XI y Carlos VIII, alcanzando el cargo de maestro de la capilla del rey en 1465.
Comienzo del Códice Chigi, con el Kyrie de la Missa Ecce ancilla Domini deOckeghem.
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Este autor comenzó tarde su composición musical  ya que la parte que de ella se conserva data de después de 1450, en el periodo que sirvió en la capilla real francesa. Como todos los compositores de los siglos XIV y XV, escribió canciones polifónicas de amor, aunque el grueso de su producción se compone de misas, obras sonoras bastante distintas a la que Dufay componía hacia la misma época. Cuando se redescubrió la música del S. XV, a mediados del S. XX, se consideraba a Ockeghem como el maestro de lo arcano, es decir, de las relaciones rítmicas complejas y las manipulaciones ingeniosas del cantus firmus. Y de hecho este aspecto está presente en su obra, como también existió una poderosa corriente hermética en el pensamiento renacentista, en coexistencia con la claridad, el racionalismo y el humanismo.

Des Prés.
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Josquin des Prés (1440-1521), compositor flamenco, aunque se cree que probablemente nació en Hainaut, en el norte de Francia, es uno de los más grandes representantes de la polifonía vocal renacentista, con el que termina la transición del compositor anónimo de la Edad Media y la figura sombría de finales del periodo gótico, al artista individual del Renacimiento. Fue alumno del anteriormente mencionado Ockeghem, llevándole su agitada vida a muchos lugares de Europa, iniciando su carrera musical como cantante del coro de la iglesia de San Quentin, situada en la periferia de Metz. De 1459 a 1472 fue cantante de la catedral de Milán, y posteriormente entró al servicio de los Sforza, y de 1486 a 1494, aproximadamente, trabajó en el coro de la Capilla Sixtina, en Roma, bajo la protección del cardenal Ascanio Sforza.


Josquin compuso muchas obras de música profana, y en la elaboración de alguna de ellas -como la que llevó a cabo ya en su madurez, su misa tardía sobre el himno Pange lingua-, deja al descubierto un nuevo mundo sonoro. La música que compone no es sólo francamente más comprensible, sino que su sonido es también más brillante gracias a un cambio en el reparto que había sido habitual hasta entonces de las cuatro partes en líneas para contralto, dos tenores y barítono, abriendo la textura para dar a cada voz un centro propio y establecer una nueva norma –soprano, contralto, tenor y bajo- que aún es la estándar de la composición coral medio milenio más tarde. El simpar atractivo que ejerció sobre la comprensión de sus oyentes, estructural y expresiva, es el que corresponde a una nueva generación, que acierta a conectar con otros elementos del ya maduro Renacimiento. Implica una visión de la capacidad musical –al menos en lo tocante a la escucha- como atributo humano común, en un tiempo en que la música se estaba haciendo universal también en la práctica, desligándose de los círculos profesionales clericales a los que el conocimiento de la notación había estado hasta entonces restringido. Admirador y avalista suyo fue el reformador de la Iglesia, Martín Lutero, que aseguraba: “Josquin es el maestro de las notas, que debe hacer lo que se le antoje, mientras que otros compositores deben seguir el dictado de las notas”.

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